– El culpable de esto –
Te resumo a lo que me dedico. Trabajo mano a mano con emprendedores y profesionales del sector turístico. Y lo hago compartiendo lo que sé, mi experiencia, así de simple. Algunas personas creen que no necesitan a nadie, que son super héroes del turismo. Pues nada, ellos verán. Otros en cambio se rodean de personas que se preocupan en hacer crecer sus negocios, pues yo me dedico a eso.
En estas páginas la gente habla de cursos, de másters del universo y otros datos que me da la sensación de que no interesan a nadie, la verdad.
Creo que a los seres humanos nos interesan más las historias y las experiencias cotidianas.
Las experiencias y las historias son muy importantes y más interesantes.
La historia que me viene a la cabeza la recuerdo como si fuera hoy. Cuando nació mi segundo hijo.
Eso sí que es una experiencia.
Lo de tener hijos, me refiero.
Te los entregan con minutos de vida ya lavados y oliendo bien y te los quedas unos cuantos años, para que estés entretenido.
Pues yo estaba allí en medio del pasillo con mi chaval entre los brazos. Le miraba y se ponía por momentos de color azulado y gritaba como si le debiera dinero todo el hospital.
Un llanto raro.
Le dije a la enfermera “Este niño llora raro. Lo sé porque tengo otro que llora normal y este en cambio me lo han traído ya cabreado de ahí dentro. Algo le pasa”.
La enfermera me miró con la cara que le ponen a los padres “sabelotodo”. Me lo quitó de los brazos como diciendo “anda, déjame a mí”.
Pero pasó un pediatra por allí muy simpático, le miró un momento con cara de preocupación y se lo llevaron rápidamente.
Resultó que tenía líquido en un pulmón.
Es curioso porque yo no tenía ni idea de qué le pasaba a mi chaval, pero la experiencia me decía que algo raro había. Es algo sutil que te sale solo y que no se enseña en escuelas 2.0 ni en ningún otro sitio. ¿A que sabes de lo que te hablo?
Pues con esto de la experiencia ahora lo que hago es ganarme la vida. No es que asesore a padres primerizos ni nada de eso.
Comparto lo que sé del turismo con otros, que también se me da bien.
A los que empiezan ahora y a los que quieren mejorar.
Me preocupo de que vendan más en sus negocios. Todos los días.
Se me dan bien pocas cosas, la verdad, pero los llantos infantiles y el turismo son dos de ellas.
También escribo. Todos los días.
Por pasión, por contar lo que sé, por encontrarme conmigo mismo, por aprender, para dejarle un legado a mis hijos…escribo porque no puedo no escribir. No sé si se me da bien, pero lo hago.
Y no me gusta viajar sólo, ni en la vida ni en ningún otro sitio.
Por eso monté Bobook junto a Javier de Diego, es una empresa de marketing turístico.
Los viernes a la hora del vermut nos juntamos en un bar de Vicálvaro en Madrid y pensamos en nuevos cursos, estrategias para que otros vendan más y otras locuras que no te puedo contar aquí, si quieres te vienes al vermut y te lo contamos.
Por cierto, mi hijo pequeño expulsó el agua del pulmón y ahora tiene bigotillo, teléfono móvil y liga con las chicas. Ya no llora. O al menos no le veo.
La verdad es que ya no soporto los llantos de los niños pequeños. Me pongo nervioso y me acuerdo del día que nació el mío.
El mayor dicen que se parece a mi, ojalá también escriba y me dedique uno de sus libros.
Yo les dediqué uno a ellos.
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